FILA PARA FUMADORES

Sentado en la octava fila derecha del auditorio "Cesar Vallejo" de la FIL de Lima tengo ahora una mejor vista. He tenido que cambiarme de lugar porque al centro han colocado un tripode que no me permitía ver con claridad. Fuera de mi costumbre habitual de pasar desapercibido estoy bastante cerca pero es por un buen motivo. 

Estoy en la presentación del libro "Fila para la Gloria" que habla sobre el gran Julio Ramón Ribeyro y me he dejado llevar por la emoción y me he acercado un poco más a la mesa de los expositores. La mesa dividida imaginariamente en tres tiene al lado derecho a Julio Villanueva Chang, escritor y editor de Etiqueta Negra una de mis revistas favoritas. Con el cabello y la barba blanca parece un papa noel oriental y su nariz redonda sobresale notoriamente del rostro. Pero lo que más me llama la atención son sus ojos vivos, inquietos y curiosos como los de un niño. Al otro extremo esta Jorgue Coaguila el biografo oficial de Ribeyro. Esta un poco más grueso desde la última vez que lo vi en la escuela de comunicación de San Marcos hace ya más de 30 años, cuando todos eramos delgados, felices e indocumentados. Y al centro de la mesa captando toda la atención del público esta el escritor Paul Baudry. Lo primero que salta a la vista es que es un tipo guapo, además de carismático y versado.-El paradigma de todo escritor- pienso y estoy seguro que las seguidoras no le faltan. Es su libro el que ha reunido a los fans de Ribeyro y me dispongo a disfrutar de la disertación cuando de pronto siento unos pequeños golpes en el piso que mueven mi silla.

Los golpes son seguidos y ritmicos y luego de algunos momentos se detienen. Pensé que eran por alguna vibración externa pero luego me doy cuenta que es por los golpes de un asistente que esta en el asiento detrás de mi. Esta golpeando el piso con el pie, siguiendo un ritmo, como si estuviera escuchando música. Mantiene el ritmo constante, deteniendose algunos segundos para luego empezar de nuevo y es entonces que empiezo a sentir la incomodidad invadiéndome el cuerpo. El recuerdo de las salidas al cine, cuando estaba lleno gente y detrás tuyo se sentaban sin cuidado y sentias el puntapie incómodo horadando la espalda volvio a mi presente. Era curioso sentir esa incomodidad en un evento cultural, donde supuestamente todos tenemos un mayor respeto, una amabilidad más desarrollada. Esperé con paciencia a que se calmara, que el inicio de la presentación detuviera ese golpeteo impertinente.

Pero cuando el presentador anuncio el inicio del evento los golpes todavia no cesaban, y fue entonces que pensé en reaccionar. Ya lo había hecho antes hace varios años atrás cuando en el cine le increpé a unos jóvenes su comportamiento. El golpeteo se estaba volviendo insoportable y fue cuando empezaron a rondarme todas esas ideas para encarar al vecino impertinente que sonó su telefono y él constesto: -¿Alo? ¿si?. si estoy aqui en el auditorio-. Supuse que le estaba dando sus coordenadas a algún amigo que estaba con él en la feria. Unos minutos de calma se sucedieron entonces hasta que senti que se levanto porque alguien había llegado: era su pareja, una chica que se disculpo al entrar en la fila, con unos modales finísimos. -Ya sé quien es la persona educada de la relación- pensé y me reacomode para no perderme los datos que ahora estaban dando los ponentes.

El golpeteo de pies se repitio luego por algunos momentos más pero ahora ya no se sentian tanto. La presencia femenina había moderado la impaciencia del fan que ahora parecia prestar más atención a lo que decian los conferenciantes.

En um momento de la presentación se rio fuertemente de una anedcota y pensé entonces que tal vez conocia al autor. Que no era un un simple fan sino un fan-destacado. Uno que conoce al autor, sabe su trayectoria y detalles personales. Y por eso entonces la confianza, el desparpajo al sentarse como si los asientos fueran suyos.

En la dinámica de la presentación, los invitados iban lanzando alternadamente preguntas al autor Paul Braudy y él las iba contestando con sapiencia y precisión. En un momento se refirieron a la importancia de los textos de Ribeyro en las escuelas, especialmente los cuentos y Braudy contó como algunos profesores estaban reacios a recomendarlos.

-En una encuesta que hicimos entre los profesores de los colegios siempre elegian dos cuentos para enseñar a Ribeyro: "Los Gallinazos sin Plumas" y "Alienación"- dijo y esos  eran dos de mis cuentos favoritos. El primero llego a mi temprano por obra de mi padre y fue como la llave del cofre del tesoro. El segundo llego tiempo después y por su caracter discriminatorio era más difícil de aceptar. Fue entonces cuando Braudy mencionó la frase final del cuento "Alienación" que todo el auditorio presto atención porque como incluía un insulto al final algunos profesores lo censuraban del programa escolar.-Chola de mierda- dije en voz baja repitiendo el final del cuento porque me los sabía de memoria y porque esa misma palabra era el final una de las de la novelas más famosas de García Marquez.-Chola de mierda-repetí una vez, esta vez un poco más alto para que el fan-destacado también pudiera escucharla. Y entonces Paul Braudy leyo el parrafo final, la conclusión de la historia de la linda Queca, la más linda e inalcanzable del barrio condenada a sufrir el sueño americano.

Un secreto orgullo se apodero de mi entonces. Un orgulllo de saber el contexto de aquella palabra tan famosa y usada en la literatura: Las dos mierdas famosas que terminan dos relatos entrañables.

Para este momento ya me sentía parte de la mesa, complice, casi co-autor del libro. Miré a mi alrededor, verificando la concurrencia y el auditorio estaba mucho más nutrido. Desde el estrado los panelistas invitados continuaron lanzándole preguntas al autor acerca del estilo de Ribeyro, de su estado de salud, su delgadez extrema y en el relato de las anecdotas, surgio un comentario acerca de su figura, de su imagen que ya se ha vuelto icónica. Al parecer sus amigos más cercanos también buscaban identificarlo a contraluz, solo con la silueta de su perfil afilado y su cigarrillo humeando entre los dedos. 

Y entonces, Baudry hace referencia a otras siluetas de la cultura popular que todos conocemos y reconocemos. -Si les digo que imaginen la silueta de un señor gordo, calvo, de perfil con un cuervo en el hombro ¿a quién les hace referencia?- pregunta Paul y yo respondo casi de inmediato a media voz:- Hitchcock-, porque me gusta un poco el cine y porque he visto esa figura cientos de veces repetida cuando transmitian su programa en la televisión. Al parecer no ha escuchado mi respuesta y la repito un poco mas alto justo cuando el fan-destacado dice:-Poe-después de mi. -No, no es Poe pero casi- sonrie el autor y confirma que es Alfred Hitchcock. 1-0 píenso llevando la competencial al terreno futbolístico y entonces regreso a mi área para esperar el siguiente pase de  gol. Y si les pongo la imagen de una hombre con barba, gorro militar y un habano ¿A quién les recuerda?-Fidel Castro-respondo esta vez un poco más alto y desde atrás escucho -Che Guevara- y el autor vuelve a confirmar que mi respuesta es correcta. 2-0. Al parecer el fan no era tan destacado como yo pensaba o quizas la novia lo estaba distrayendo. La partida ya estaba ganada. Ahora solo quedaba hacer tiempo. Camotear un par de pases, demorar un poco el saque y esperar el termino de la conferencia. 

Luego vinieron varias reflexiones interesantes de como ahora Ribeyro se ha vuelto una marca, una figura marketeable. Un personaje con su cara impresa en posters, polos y termos y que esto genera emoción entre el público seguidor y otros que no lo siguen tanto. -Solo falta que saquen una marca de Cigarrillos con la cara de Ribeyro-dice Baudry-y seria un éxito-y presiento que tiene mucha razón.

Veo la hora en mi reloj, faltan 10 minutos para las 8 de la noche y decido irme justo al inicio de la ronda de preguntas del público. Me escabullo entre las sillas sin mirar y tratando de no molestar a nadie y doy una última vuelta rápida por los stands de la feria a ver si algo me llama la atención pero todo sigue igual. 

A la salida de la feria una larga cola se esta formando porque hay un concierto a las 9 y 30 pm y el aforo es limitado. Pienso dos segundos en quedarme pero la hora y la llovizna que empieza de nuevo a caer me terminan de desanimar. Me detengo un momento a un lado de la salida y enciendo un cigarrillo. Todavias se siente el frío subiendo en oleadas por las piernas y mientras camino hacia la avenida a tomar el microbus pienso en la idea de los cigarrillos con la cara de Ribeyro. Y sonrio al imaginar como hubiera reaccionado el flaco Julio Ramón al descubrir tamaña huachafería.

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