Taxi



El brazo del hombre levantado con firmeza. La mano aleteando repetidamente, agitándose sobre la acera. La pareja subiendo al taxi. El hombre vestido de traje, con  saco y corbata indicando el destino. La mujer de unos veintitantos años, mucho más joven que él, con vestido oscuro y el cabello recogido, con los brazos cruzados, los hombros rigidos, las manos sosteniendo la cartera sobre el bajo vientre en modo de defensa. El hombre voluminoso acercándose groseramente, invadiendo el espacio, rompiendo la barrera de la confianza. Explicando que todo esta bien, que el trabajo ya esta casi asegurado y que debe solo debe presentar los papeles que faltan el lunes y con eso ya no habrá ningún problema. La pregunta de ella nuevamente para asegurarse que todo es correcto y que no tendrá que volver a pasar ninguna prueba. -No te preocupes, al gerente lo conozco desde la universidad, somos promoción- le dice él mientras posa su mano sobre la de ella y empieza a acariciarle el cabello, con dulzura, con autoridad.

La mirada de ella cabizbaja, buscando evitar la del hombre que ahora acerca su boca hasta su cuello y le susurra algo ininteligible. El ruido de la calle que invade el silencio, rompiendo la timidez de la mujer que asiente con la cabeza, resignada ante la propuesta. La voz del hombre dando las instrucciones de una nueva dirección y el taxista mirando por el retrovisor la imagen que le parece haber visto antes, repetida en otras parejas igual de repetidas.

El taxi llegando hasta el hotel, el hombre pagando con impaciencia y la mujer bajando del auto como un reo aceptando una condena. El taxista dándoles un último vistazo antes de enrumbar otra vez hasta la avenida. Detenerse a recoger al siguiente pasajero y empezar el diálogo para aliviar las tensión.

-¿Cómo es, no joven?- hace un momento acabo de dejar a una pareja, un hombre mayor, un gordo de traje. Subió con una muchacha muy bonita. -¿Eran pareja?-pregunta el joven que ahora ocupa el asiento posterior y va revisando unos papeles que debe entregar a tiempo. -No, no- le responde el conductor, -si el pata era más feo que yo-, el joven entonces observa un momento al chofer y puede ver a un señor mayor, de unos sesenta años, de piel cobriza, con el pelo encanecido y la nariz ancha que le devuelve la mirada con gentileza por el espejo retrovisor. -subieron juntos pero no son pareja. El hombre le hablaba y le hablaba y ella solo le preguntaba si era cierto que para el lunes todo estaba arreglado. El pata le decía que si, que todo procedía, que no había ningún problema. Después el pata le dijo algo en secreto, al oído y entonces me indico para llevarlos a otra dirección, a un hotel que queda acá por Risso.

-La miré a la chica por el espejo otra vez, antes que se bajara, era bien bonita, yo no sé que hacia con un pata como ese, seguramente ya lo habían conversado- continúa el chofer -seguro es por necesidad-. sentenció mientras daba la curva y el auto se iba acercando cada vez más al destino señalado. -Si, la necesidad- respondió el joven y trato de añadir algo pero se dió cuenta que ya no tenía sentido.

Sacó el billete para pagar la carrera y cuando abrió la puerta, pudo sentir aún el rastro de perfume que había quedado impregnado en el asiento posterior. Se bajo rápidamente, tratando de no pensar en nada y encendió un cigarrillo, absorviendo el humo que se iba disolviendo a cada paso, lentamente con cada nueva bocanada.






  
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