Dancing

La mano deslizándose sobre el cuerpo. Tímidamente primero, luego con destreza y desición. Iniciando por el hombro, acariciando el codo, bajando por la cintura, abriendose sobre ella como una flor. Los dedos ondulando al ritmo de la melodia. El olor cercano del sudor mezclado con el aroma a flores, a vanilla, la sensación de miedo ante la belleza cercana tan al alcance de los labios y los ojos.
No era la primera vez que bailaba de ese modo, tan desinhibida, tan despreocupada. Antes lo había hecho en su habitación, mirándose en el espejo, aferrada a sus peluches, imaginando los brazos del amante que la rodeaban con fuerza, sujetandola para no caer en la soledad ni la tristeza de la vida cotidiana.

En el colegio habia salido muy poco, casi a ninguna fiesta. La severida religiosa impedia esos placeres. Los mantenia relegados, prohibidos. Pero al llegar a la pubertad las cosas ya habian cambiado y no quiso permanecer en el internado por más que le insistieron. Pero la familia no tenia de que preocuparse. No era una oveja descarriada. Era buena para el estudio y habia logrado ingresar a launiversidad.

Y en ese ambiente de estudios, en aquella primera fiesta, en una despedida de soltera, fue donde sintio la primera sensación. Mareada por los coteles y la cerveza, se subio a una de las mesas y empezo a hacer su propio show,quitandose las prendas una a una, alentada por el vitoreo de sus amigas, hasta quedar desnuda agitando el brassiere com simbolo de triunfo. Fue allí donde sintio la mirada,los ojos fulminantes que la dejaron estática y la obligaron a cubrirse inmediatamente.

No lo comento con nadie nunca, por temor y por vergüenza, y trato de ocultar el sentimiento, enterrarlo para siempre. De noche, se desvelaba tratando de encontrar la respuesta.Todas las enseñanzas del colegio eran inútiles ahora. Necesitaba respuestas. Solo habia un modo de saber la verdad. Se vistio con su mejores trapos, con el alma dispuesta a encarar al demonio que la estaba torturando.
Al llegar al local el baile ya se habia iniciado. Los hombres, elegantemente vestidos, las mujeres en traje de noche, la vieron llegar sola y sentarse a la mesa. No se sorprendio con la primera invitación. Ni con la segunda. Ni con las tarjetas de presentación que el mozo le fue acercando, ni con los comentarios que alcanzaba a escuchar como navajas silbando a sus espaldas. Estaba decidida a resolverlo todo esa noche.

Y entonces sintio el aroma llegando nuevamente, deslizándose desde su espalda hasta la nariz transportandola al momento de aquella fiesta ahora tan lejana y no necesito mirar para aceptar la mano que se extendia hasta ella invitándola a bailar.
Caminaron hasta el centro de la pista de baile, con las manos entrelazadas ante la atenta mirada de todos. Y frente al espejo enorme que amplificaba el salón, miro sus formas ondulantes repetidas bailando al unisono, como el oleaje del mar, juntándose cada vez más en cada embestida y supo que no tenia escapatoria.

Cerro los ojos, aferrándose al cuerpo femenino que la tenía prisionera y le regalo su primer beso, profundo y natural de mujer.
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